¿Por qué me haz dejado sola en este mundo de incomprendidos e inconexos? Qué voy a hacer sin ti…
Ya no creo en la justicia, ni en la esperanza, ni en el olvido. Ya no creo en nada. Alguien me arrancó sin ningún tipo de piedad de tus frágiles brazos que me pedían a gritos y ahora me falla el ánimo del gesto y la potencia del corazón.
Ahora sé lo es que tener un profundo e intenso dolor en el pecho, ahora sé lo que es sentir cuchillos de metal atravesando el alma y agonizar en vida.
Dame tiempo, tu marcha aún está muy reciente y todavía tengo que asimilar que ya no volverás a cocinar con todo el amor del mundo, ni que ya no sonarás al otro lado del teléfono, ni que ya no me recibirás con besos de bienvenida. Recobraré la entereza poco a poco y con ella vendrá mi sonrisa, aquella que te encandilaba constantemente y te hacía la vida más bonita.
Siempre guardabas en los bolsillos del delantal montones de flores para mí y yo me sentía más bonita que nunca, por dentro y por fuera. Contigo vestía el disfraz de rosa cada día, contigo la vida tenía otros aromas y colores que no consigo alcanzar ahora. Pero lo que tú no sabías es que la auténtica flor que resplandecía en el rosal eras tú, tan linda por fuera con tu cabello blanco y tu piel envidiable pese al paso del tiempo, pero infinitamente perfecta por dentro. Tan buena y generosa con todos que algunas veces olvidabas de ti.
Ojalá pudiese ponerme en tu lugar y dar la vida por ti, porque todo lo que soy te lo debo.
Perdóname si alguna vez te he fallado, si no estuve todo lo que tenía que estar. Me pregunto una y otra vez si te cuidé bien. Tu mirada me decía que no lo hacía mal del todo, tus manos hablaban por tus labios, me buscaban y me suplicaban que no te soltara y yo me acostaba a tu lado, te acariciaba las mejillas y te llenaba las arrugas de amor.
Perdóname por no comer tus guisos. Perdóname por no haberte confesado nunca que fui yo quien usaba tu maquillaje a escondidas con el afán de parecerme un poquito más a ti. Perdóname también por ser quien partió en dos tu florero favorito.
Te prometo que cumpliré todos aquellos deseos que pedías para mí, y que seré feliz sobre todas las cosas, vengan como vengan.
Te prometo que nada ni nadie que no merezca la pena será capaz de lastimarme, ni siquiera de hacerme un rasguño.
Te prometo que tarde o temprano dejaré de llorar. Sé lo que te dolería verme con los ojos hinchados y la cara inundada por la tristeza, eras demasiado humilde para dejar que lloren por ti.
Y te prometo también que no habrá ni un solo día de mi vida que no te piense.
Algún día nos volveremos a encontrar y no nos separaremos jamás.
Te quiero mucho abuela. Te lo he dicho en bajito al oído la última vez que me tumbé a tu lado. Tenías los ojitos cerrados y comenzaba a desfallecer tu inmenso corazón, pero sé que pudiste escucharme, te resbalaba una lágrima.
Seguimos siendo dos - 25.09.10